domingo, 26 de diciembre de 2010
Claro y Breve...
lunes, 20 de diciembre de 2010
EL CANTO INFORMAL...
Esta noche me encuentro frente a mi computadora, estoy viendo fotos que tomé durante el concierto que el cantautor mexicano Fernando Delgadillo dio en La Ermita de la Santa Cruz, en Antigua Guatemala. Estas imágenes traen un alud de recuerdos a mi, aun veo los colores de los reflectores sobre el escenario como si estuviera metido yo en la fotografía, recuerdo los sonidos, las palabras, la ansiedad de la espera, todo.
Se apagan las luces y se enciende el reflector que apunta hacia un sillón que ha sido colocado al centro del escenario, se abre la puerta de la iglesia de decorado barroco que se sitúa justo atrás del sillón mencionado, y aparece Delgadillo, con su normal paso pausado pero seguro; se acomoda en el mueble situado bajo el reflector y saluda a su público “inteligente y conocedor”, como él suele llamar a sus fieles seguidores.
Al concierto asistí acompañado de un buen amigo, con quien compramos nuestras entradas (un tanto caras) para llegar lo más cerca posible de Fernando, en la mesa donde nos situaron había una pareja de novios y un tercer individuo que llegó en soledad al evento, de inmediato entablamos una amena conversación, y formamos una alegre mesa donde se disfruta de la música del cantautor y de una buena amistad recién forjada.
A cada canción le hacemos nosotros cinco su respectivo coro, bueno, en realidad toda la audiencia corea las canciones, y así, esa amistad se fue sellando poco a poco, y ahora me pongo a pensar en lo mágico que resultan ser esos conciertos, cuantas amistades e incluso amores se siembran en esos eventos musicales, es lo interesante de todo ese asunto musical.
Delgadillo nos deleita con sus clásicos temas de amor como: No Me Pidas Ser Tu Amigo, Hoy Ten Miedo de Mi, Entre Pairos y Derivas, Mis Hojas de Noviembre y otras mas, canciones que traen a mi, recuerdos de viejos amores que así tan fácil como vinieron, se fueron. También hace un recorrido por sus canciones de contenido social, como por ejemplo: De La Canción de Protesta, o bien sus temas humorísticos como: En Tu Cumpleaños, El Retocador de Calles, Llamadas Anónimas y otras más. Lo que más me gusta de los conciertos de Fernando Delgadillo es la interacción que mantiene con su público, como trata de conversar con nosotros, hace que uno se vuelva parte importante en el desarrollo del mismo, la situación deja de ser unilateral, del artista hacia las personas solamente, sino que se vuelve bilateral, del artista hacia su público y este da una retroalimentación a aquel que está parado en el escenario brindado un espectáculo de calidad.
En fin, se desarrolla el concierto con toda normalidad, todos hemos cantado a todo pulmón, hemos hecho nuevos amigos, incluso nos encontramos un tanto ebrios por la cerveza y el whiskey que hemos bebido mientras coreábamos a Delgadillo, es el final de una velada muy gratificante, todos abandonamos el lugar con un muy buen sabor de boca, ahora tenemos una serie de buenos recuerdos para compartir con todos aquellos que por alguna razón no pudieron asistir.
Ahora, frente a estas imágenes en mi computadora, reflexiono al respecto, y me doy cuenta de lo importante que se ha vuelto en mi vida la música, como ha sido esta expresión artística un medio por el cual logro expresar mi inconformidad o mi aceptación hacia lo que me ocurre en mi diario ir y venir por este mundo. Por fortuna no solo a mi me sucede esto, por suerte somos muchos los que encontramos en la música esa válvula de escape que evita que explotemos y que ayuda a canalizar toda esa energía de manera positiva. ¡Por fortuna!...
lunes, 6 de diciembre de 2010
BREVE ENSAYO ACERCA DE UNA GRAN BURLA (LA SAGA "CREPÚSCULO")
Hace algún tiempo ya, una muy buena amiga mía, fanática de la lectura, como yo, me comentó acerca de un libro llamado “Crepúsculo”, me recomendó que lo leyera, eso fue antes de que se volviera todo un “boom” editorial e incluso antes de que a alguien en Hollywood se le ocurriera hacer una película al respecto. Ahora pienso que fui afortunado al no haber tenido contacto con ese texto ni con ninguno de los libros que luego se publicaron a partir del mismo.
Normalmente no tengo problemas con ese tipo de libros diseñados para un público muy poco exigente, pero en este caso me molestó de sobre manera todo ese proceso pseudo creativo, pues dicho libro habla acerca de vampiros y hombres lobo, dos temas que me apasionan demasiado, en especial el de los vampiros. Es por eso que toda esa historia de romance empalagoso y ridículo me parece una blasfemia contra aquel personaje que Bram Stoker recreó magistralmente basándose en las historias que le habían contado de seres que beben sangre para poder vivir, me refiero al conde Drácula. Es cierto, Stoker prácticamente plagió una idea, pues tomó información de culturas en donde la imagen del vampiro se remonta a épocas tan antiguas como la misma Sumeria, e incluso a tiempos previos a la expulsión de Adán y Eva del paraíso, pero de ese plagio surgió una de las mejores novelas que haya tenido en mis manos, novela que se convirtió en un clásico que no puede faltar en una buena colección de libros. Yo se que cada quien es libre de leer y de ver cualquier tipo de película que desee, pero no dejo de sentirme ofendido por la ligereza con la que se toma la imagen de esos seres tan llenos de misterio para prostituirla de una forma tan vil y rastrera por esos escritores y cineastas irrespetuosos. Lo que mas lamento, es que, los jóvenes que ilusionados compran los libros y las películas, no han leído nunca el clásico “Drácula” y mucho menos conocen la historia que se esconde detrás de esos personajes nocturnos y amantes de la sangre. ¡Que triste!, no tengo nada mas que decir al respecto (o no quiero).
Octubre y Su Luna
Hacía tanto tiempo ya, que no me detenía a ver el cielo nocturno, sobre todo el que nos regala esta última etapa del año, tan despejado, tan azul oscuro, tan lleno de deseos y de sueños rotos. Justo, hace algunos días, lo hice, y fue una experiencia gratificante, aunque debo admitir que eso provocó un fuerte resfriado en mi, pero creo que ha valido la pena.
La luna, que grande y blanca estaba esa noche, incluso me llegué a sentir como un poeta enamorado de alguna bella damisela que lo espera encerrada en alguna torre, pero bastaron unos instantes, el sonido de un perro ladrando en la calle y de unas detonaciones de arma de fuego en la distancia, para regresarme a mi nocturna cotidianidad de proletario guatemalteco, que a penas y llega a ser un aprendiz de charlatán.
Enorme pelota reflejante que colgaba del techo de esta mi ciudad, de esta metrópoli tan necesitada de ilusión y esperanza. Deseé con todas mis fuerzas que por lo menos alguien mas estuviera observando la luna esa noche de octubre que yo lo hacía, y en efecto, mis deseos lunáticos fueron concedidos, pues cuando mas absorto me encontraba viendo aquel espectáculo gratuito, un gato vecino se posó en mi techo de lámina a maullar. Que espectáculo aquel, escuchar a mi felino compañero y observar su silueta dibujada por la luz que refleja nuestro satélite, solo me hizo falta la compañía femenina de rigor para que todo se convirtiera en un cuento al mejor estilo de Benedetti, pero no era así, no todo puede ser perfecto en esta vida.
Historias de espantos y de enamorados se refrescaron en mi memoria, luego vinieron a mi, datos de índole científica, y empecé a recordar datos matemáticos respecto a la distancia de la tierra a la luna (a lo Julio Verne) y otra información que no viene al caso mencionar.