Como ya lo he dicho en más de una
ocasión, históricamente el romanticismo dio paso al realismo, de igual manera la ilusión y
esperanza de poder conseguir un trabajo bien remunerado al concluir mis
estudios de literatura dieron paso al duro golpe recibido cuando me di cuenta
de que la realidad es otra.
Del grupo que estudiamos juntos (y algunos otros que se cruzaron en el camino) uno o dos personajes lograron
encontrar (con fortuna) un trabajo que se relaciona con la profesión, pero algunos
(yo incluido) de los que logramos terminar la carrera estamos justo igual a
como estábamos hace cinco años aproximadamente, en nada, intentando sobrevivir
en trabajos mal pagados; yo, con jefes cuyo único talento es saber hablar en
otro idioma y soportando clientes ignorantes que le hacen añicos la alegría y
las ganas de seguir viviendo a los empleados como yo.
Es importante que existan esas
carreras dicen, ¿importante para qué?, para recordarle a la gente que lo
importante no es un título universitario si no tener los contactos correctos
para tener un trabajo soñado. Si estudias letras tendrás un sólido conocimiento
cultural e histórico para que puedas ser un ente de cambio social; claro, se
nota el cambio que estoy logrando en la sociedad siendo un asalariado
guatemalteco fingiendo ser un gringo para
un empresa que me ha asignado un nombre ficticio para que sus clientes no se
molesten porque soy un latino. Es importante conocer tu lengua materna; por
supuesto, lástima que mi trabajo consiste en escribir todo en inglés, pero
puedo enviar mensajes de texto y escribir en redes sociales sin una falta
ortográfica, eso debe ser importante.
Si alguien llega a leer esto
algún día y tiene el deseo de estudiar literatura, sólo puedo advertirle esto: 1) Es una carrera diseñada para gente que tiene el contacto correcto para
conseguir trabajo al finalizar los cinco años de estudios. 2) Si el
nepotismo no está a su favor que se abstenga de seguir adelante con sus sueños,
“los sueños, sueños son” dijo Calderón de la Barca (para eso sirve la carrera
también, para hacer citas bonitas). 3) Si está dispuesto a llevar una vida plagada
de carencias, y puede soportar ser el hazmerreír de sus amigos ingenieros,
abogados y médicos, pues entonces letras es la profesión indicada. De lo
contrario será mejor considerar una profesión más rentable o bien estudiar el
idioma inglés, al fin y al cabo quien sabe hablar inglés al cien por ciento
tiene asegurado un empleo muy bien pagado y sin necesidad de quemarse las
pestañas más de cinco años.
Desafortunadamente a mis casi 36
años de edad he abierto los ojos, demasiado tarde. Habrán algunos optimistas que me podrían
decir que nunca es tarde y que puedo estudiar otra carrera, pero el pequeño gran
inconveniente es que en este país tercermundista te vuelves obsoleto cuando
pasas los 30 años de edad, no importa que te gradúes de abogado o ingeniero, si
tienes más de treinta años eres inservible para las empresas. Alguien escribió que es malo medir el éxito por medio del poder adquisitivo, pero hay que ser muy honesto al respecto, soy feliz si tengo comida, techo y salud (cosas muy básicas porque puedo mencionar un par de cosas más), todo eso es caro (que alguien se atreva a negarlo) y si no tengo dinero (poder adquisitivo) no puedo pagar un buen doctor, voy a vivir en condiciones precarias (en una colonia marginal al borde del barranco -la novela se cuenta sola-) y seguramente no podré comer bien, en resumen fracasé, dicho de otra forma, no tengo éxito. La situación se pode más difícil si tengo esposa e hijos. Si no puedo mantenerme bien y no puedo darle buena vida a mi familia entonces ¿soy exitoso o no?
De que me sirve la pequeña
biblioteca que he logrado reunir, es mentira que los libros me hacen viajar a
otros mundos, no es así y nunca lo será. Es mentira que son amigos fieles que
te hablan, hay que estar drogado para creer eso. Pero lo peor
de todo es creer que los libros son un tesoro invaluable cuando en realidad se
deprecian con el paso del tiempo (a menos que por buena fortuna caiga en mis
manos una edición de Don Quijote de la Mancha de Ibarra, o una biblia de Gutenberg).
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