No porque yo decida quedarme durmiendo mas tiempo, el amanecer se va a atrasar, o porque yo decida levantarme antes de tiempo quiere decir que el amanecer se adelantara, si algo me ha quedado claro desde hace años, es que el mundo no gira en torno a mi, y es mucho mas claro que tampoco va a girar en torno a vos, si alguna vez pareció que mi existencia se baso en tus caprichos fue solamente una ilusión que tu séquito creó y creyó. El tiempo sigue su camino y no ha esperado por mi, es acaso su culpa, no lo creo, es acaso mi culpa, es probable, pero no me importa si lo es o no, es acaso tu culpa, tampoco, shit happens, y que le voy a hacer, solo seguir adelante, sin vos aqui abajo, y sin mi alla arriba...
jueves, 30 de abril de 2009
viernes, 17 de abril de 2009
Algo de Bukowski...
Esta es una entrevista que le hicieron a bukowski unos 10 años antes de
que falleciera, espero que les guste el texto tanto como me gusto... Esta entrada va para mi amigo Gabo, me salgo de lo que tengo estipulado para mi blog (creaciones ineditas) y solo hago un tonto copy/paste, pero en realidad vale la pena que esto este aqui... Saludos...
POR SEAN PENN
Charles Bukowski nació en Andernach, Alemania, en 1920. A los tres años de
edad llegó a los Estados Unidos y creció en Los Angeles. Actualmente reside
en San Pedro, California, con su esposa, Linda. Famoso borracho, peleador y
mujeriego, Genet y Sartre lo llamaron “el mejor poeta de los Estados Unidos”,
pero sus amigos lo llaman Hank.
Bares:“Ya no voy mucho a bares. Saqué eso de mi sistema. Ahora, cuando entro
a un bar, siento náuseas. Estuve en demasiados, es apabullante. Son para
cuando uno es más joven: todo eso de irse a las manos con un tipo, hacerse el
macho, levantarse minas. A mi edad, ya no lo necesito. Hoy sólo entro a los
bares para mear. A veces cruzo la puerta y empiezo a vomitar”.
El alcohol: “El alcohol es probablemente una de las mejores cosas que han
llegado a esta tierra, además de mí. Entonces nos llevamos bien. Es
destructivo para la mayoría de la gente, pero yo soy un caso aparte. Hago
todo mi trabajo creativo cuando estoy intoxicado. Incluso me ha ayudado con
las mujeres. Siempre fui reticente durante el sexo, y el alcohol me ha
permitido ser más libre en la cama. Es una liberación porque básicamente yo
soy una persona tímida e introvertida, y el alcohol me permite ser este héroe
que atraviesa el espacio y el tiempo, haciendo un montón de cosas
atrevidas... Entonces el alcohol me gusta, cómo no”.
Fumar: “Me gusta fumar. El cigarrillo y el alcohol se equilibran. Yo solía
despertarme de una borrachera y había fumado tanto que mis dos manos estaban
amarillas, casi marrones, como si tuviera puestos guantes. Y me
preguntaba: ‘¡Mierda! ¿Cómo se verán mis pulmones?’”.
Pelear: “La mejor sensación es cuando golpeás a un tipo que no se supone que
puedas golpear. Una vez me metí con un tipo, me estaba insultando. Le
dije: ‘Bueno, adelante’. No tuve ningún problema, le gané la pelea
fácilmente. Estaba tirado en el piso. Tenía la nariz ensangrentada. Me
dijo: ‘Jesús, te movés siempre tan lentamente que pensé que serías fácil. Y
cuando empezó la condenada pelea, ya no podía ver tus manos, te volviste tan
rápido. ¿Qué pasó?’. Le dije: ‘No sé, hombre. Así son las cosas. Uno ahorra
para cuando tiene que usarlo’”.
Los gatos: “Es bueno tener un montón de gatos alrededor. Si uno se siente
mal, mira a los gatos y se siente mejor, porque ellos saben que las cosas son
como son. No hay por qué entusiasmarse y ellos lo saben. Por eso son
salvadores. Cuantos más gatos uno tenga, más tiempo vivirá. Si tenés cien
gatos, vivirás diez veces más que si tenés diez. Algún día esto será
descubierto: la gente tendrá mil gatos y vivirá para siempre. Realmente es
ridículo”.
Las mujeres y el sexo:
“Yo las llamo máquinas de quejarse. Las cosas con un tipo nunca están bien
para ellas. Y cuando me tiran toda esa histeria... Tengo que salir, agarrar
el auto e irme. A cualquier parte. Tomar una taza de café en algún lado. En
cualquier lado. Cualquier cosa menos otra mujer. Supongo que están
construidas de diferente manera, ¿no? Cuando la histeria empieza, se acaba
todo. Uno se tiene que ir, ellas no entienden por qué. ‘¿Adónde vas?’, te
gritan. ‘¡Me voy a la mierda, nena!’. Piensan que soy un misógino, pero no es
verdad. Es puro boca a boca. Escuchan que Bukowski es ‘un cerdo macho
chauvinista’, pero no chequean la fuente. Seguro, a veces pinto una mala
imagen de las mujeres en mis cuentos, pero con los hombres hago lo mismo.
Incluso yo salgo mal parado muchas veces. Si realmente pienso que algo es
malo, digo que es malo, sea hombre, mujer, niño o perro. Las mujeres son tan
quisquillosas, piensan que me las agarro con ellas en particular. Ése es su
problema”.
La primera vez: “Mi primera vez fue la más rara. No sabía cómo hacerlo, y
ella me enseñó a chuparle la concha y todas esas cosas de coger. Me acuerdo
de que me decía: ‘Hank, sos un buen escritor, pero no sabés una mierda sobre
las mujeres’. ‘¿Qué querés decir? Estuve con un montón de mujeres.’ ‘No, no
sabés nada. Dejame enseñarte algunas cosas.’ Le dije que bueno y ella: ‘Sos
buen estudiante, entendés rápido’. Eso fue todo. (Está un poco avergonzado.
No por los detalles sino por el sentimentalismo del recuerdo.) Pero todo ese
asunto de chupar conchas se puede poner un poco servil. Me gusta hacerlas
gozar, pero... Todo está sobrevalorado. El sexo sólo es una gran cosa cuando
no lo hacés”.
El sexo antes del sida (y su
casamiento):“Yo nada más entraba y salía de entre las sábanas. No sé, era
como un trance, un trance de coger. Y las mujeres... uno les decía algo, las
tomaba de la muñeca, ‘vamos, nena’, las guiaba hasta el dormitorio y se las
cogía. Cuando uno entra en el ritmo, sigue adelante. Hay un montón de mujeres
solitarias allá afuera. Son lindas, pero no se saben conectar. Están sentadas
solas, van al trabajo, vuelven a la casa... es algo maravilloso para ellas
que un tipo se les aparezca. Y si se sienta cerca, bebe y habla, es
entretenimiento. Estuvo bien, tuve suerte. Las mujeres modernas... no te
cosen los botones”.
Escribir: “Escribí un cuento desde el punto de vista de un violador de una
niña muy pequeña. Y la gente me acusó. Me hicieron entrevistas. Decían: ‘¿Le
gusta violar a niñitas?’. Dije: ‘Por supuesto que no. Estoy fotografiando la
vida’. Me metí en problemas con montones de cosas. Pero, por otro lado, los
problemas venden libros. Pero, en última instancia, escribo para mí. (Da una
larga pitada a su cigarrillo.) Es así. La pitada es para mí, la ceniza es
para el cenicero. Eso es publicar. Nunca escribo de día. Es como ir al
supermercado desnudo. Todo el mundo te puede ver. De noche es cuando se sacan
los trucos de la manga... la magia”.
La poesía: “Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela, cuando aparecía
la palabra ‘poeta’ o ‘poesía’, todos los pendejos se reían y se burlaban.
Puedo ver por qué: es un producto falso. Ha sido falso y snob y endogámico
por siglos. Es ultradelicado, sobreapreciado. Es un montón de mierda. Durante
siglos, la poesía es casi basura total. Es una farsa. Ha habido grandes
poetas, no me entienda mal. Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más
sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la
mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Y bebía vino
también. Solía quemar sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los
emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía. Por supuesto, sólo
quemó sus poemas malos. Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar
el punto de vista de los obreros sobre la vida... los gritos de sus esposas
que los esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la
existencia del hombre común... algo que pocas veces se menciona en la poesía
desde hace siglos. Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una
mierda desde hace siglos. Y una vergüenza”.
Céline: “La primera vez que leí a Céline, me fui a la cama con una caja
grande de galletitas Ritz. Empecé a leerle y me comía una galletita Ritz, me
reía, me comía una Ritz, leía. Leí la novela entera de un tirón y me terminé
la caja de galletitas. Y me levanté y tomé agua. Tendrías que haberme visto.
No me podía mover. Eso es lo que un buen escritor te puede hacer. Casi te
puede matar. Un mal escritor puede hacerlo, también”.
Shakespeare: “Es ilegible y está sobrevalorado. Pero la gente no quiere
escuchar esto. Uno no puede atacar templos. Ha sido fijado a lo largo de los
siglos. Uno puede decir que tal es un pésimo actor, pero no puede decir que
Shakespeare es mierda. Cuando algo dura mucho tiempo, los snobs empiezan a
aferrarse a él, como ventosas. Cuando los snobs sienten que algo es seguro,
se aferran. Pero si les decís la verdad, se ponen salvajes. No pueden
soportarlo. Es atacar su propio proceso de pensamiento. Me desagradan”.
Su material de lectura favorito: “Leí en el The National Enquirer una nota
titulada ‘¿Es su marido homosexual?’. Linda me dijo: ‘¡Tenés voz de puto!’.
Yo dije: ‘Oh, sí, siempre me lo pregunté’. Ese artículo decía: ‘¿Su marido se
depila las cejas?’. Y yo pensé, mierda, lo hago todo el tiempo. Ahora sé lo
que soy. Me depilo las cejas, soy un puto. Es muy amable de parte de The
National Enquirer decirme lo que soy”.
El humor y la muerte: “El último gran humorista era un tipo llamado James
Thurber. Pero su humor era tan magnífico que tuvieron que ignorarlo. Este
tipo era, podría decirse, un psiquiatra de las edades. Tenía algo ambiguo,
hombre-mujer, veía cosas. Era sanador. Su humor era tan real que uno gritaba
de risa, era como una liberación frenética. Aparte de Thurber, no puedo
pensar en nadie... Yo tengo algo de humorista, pero no como él. No llamo
humor a lo que tengo, lo llamo un ‘filo cómico’. Estoy colgado en eso. Casi
todo lo que pasa es ridículo. Cagamos todos los días. Eso es ridículo, ¿no te
parece? Tenemos que seguir meando, poniendo comida en nuestras bocas, nos
sale cera de los oídos. Tenemos que rascarnos. Cosas feas y tontas, ¿o no?
Las tetas no sirven para nada, salvo...”.
Nosotros: “La verdad es que somos monstruosidades. Si pudiéramos vernos,
podríamos amarnos, darnos cuenta de lo ridículos que somos, con nuestros
intestinos retorcidos por los que se desliza lentamente la mierda mientras
nos miramos a los ojos y decimos: ‘Te amo’. Nos carbonizamos y producimos
mierda, pero no nos tiramos pedos cerca del otro. Todo tiene un filo cómico”.
Ganar: “Y después nos morimos. Pero la muerte no nos ha ganado. No ha
mostrado ninguna credencial. Nosotros hemos mostrado todas las credenciales.
Con el nacimiento, ¿nos ganamos la vida? No realmente, pero de seguro la hija
de puta nos tiene atrapados... La muerte me provoca resentimiento, la vida
también, y mucho más estar atrapado entre las dos. ¿Sabés cuantas veces
intenté suicidarme? Dame tiempo, sólo tengo 66 años. Sigo trabajando en eso.
Cuando uno tiene tendencias suicidas, nada lo molesta, excepto perder en las
carreras de caballos. ¿Por qué será? A lo mejor porque uno usa su mente en
las carreras, no su corazón. Pero nunca cabalgué. No estoy muy interesado en
el caballo sino en el proceso de acertar o no, selectivamente”.
Las carreras: “Traté de ganarme la vida con las carreras por un tiempo. Es
doloroso. Es vigorizante. Todo está al límite, el alquiler, todo. Pero uno
tiende a ser cuidadoso. Una vez estaba sentado en una curva. Había doce
caballos en la carrera y estaban todos amontonados. Parecía un gran ataque.
Todo lo que veía era esos grandes culos de caballo subiendo y bajando.
Parecían salvajes. Miré esos culos de caballos y pensé: ‘Esto es una locura
total’. Pero hay otros días en los que ganás cuatrocientos o quinientos
dólares, ganás ocho o nueve carreras al hilo, y te sentís Dios, como si lo
supieras todo. Y todo queda en su lugar”.
La gente: “No miro mucho a la gente. Es perturbador. Dicen que si mirás mucho
a otra persona, te empezás a parecer a ella. Pobre Linda. La mayoría de las
veces me la puedo pasar sin la gente. La gente no me llena, me vacía. No
respeto a nadie. Tengo un problema en ese sentido. Estoy mintiendo pero,
creeme, es verdad”.
La fama: “Es destructora. Es una puta, una perra, la destructora más grande
de todos los tiempos. A mí me tocó la mejor parte porque soy famoso en Europa
y desconocido aquí, en Estados Unidos. Soy uno de los hombres más
afortunados. La fama es terrible. Es una media en una escala del denominador
común, la meten trabajando a un nivel bajo. No tiene valor. Una audiencia
selecta es mucho mejor”.
La soledad: “Nunca me sentí solo. He estado en una habitación, me he sentido
suicida. Estuve deprimido, me he sentido horrible más allá de lo
descriptible, pero nunca pensé que una persona podía entrar a una habitación
y curarme. Ni varias personas. En otras palabras, la soledad no es algo que
me molesta porque siempre tuve este terrible deseo de estar solo. Siento la
soledad cuando estoy en una fiesta, o en un estadio lleno de gente vitoreando
algo. Citaré a Ibsen: ‘Los hombres más fuertes son los más solitarios’. Nunca
pensé: ‘Bueno, ahora va a entrar una rubia hermosa y vamos a garchar, y me va
a frotar las bolas, y me voy a sentir bien’. No, eso no iba a ayudar. Viste
cómo piensa la gente común: ‘Guau, es viernes a la noche, ¿qué vamos a hacer?
¿Quedarnos acá sentados?’. Bueno, sí. Porque no hay nada allá afuera. Es
estupidez. Gente estúpida mezclándose con gente estúpida. Que se estupidicen
entre ellos. Nunca tuve la ansiedad de lanzarme a la noche. Me escondía en
bares porque no quería esconderme en fábricas. Eso es todo. Les pido perdón a
los millones, pero nunca me sentí solo. Me gusta estar conmigo mismo. Soy la
mejor forma de entretenimiento que puedo encontrar”.
El tiempo libre: “Es muy importante tener tiempo libre. Hay que parar por
completo y no hacer nada por largos períodos para no perderlo todo. Seas un
actor o una ama de casa, cualquier cosa, tiene que haber grandes pausas en
las que no hacés nada. Uno se tira en una cama a mirar el techo. Hacer nada
es muy, muy importante. ¿Y cuánta gente lo hace en la sociedad moderna? Muy
poca. Por eso la mayoría está totalmente loca, frustrada, enojada y odiosa.
Antes de casarme, o de conocer a muchas mujeres, bajaba las cortinas y me
metía en la cama por tres o cuatro días. Me levantaba para cagar y para comer
una lata de porotos. Después me vestía y salía a la calle, y el sol brillaba
y los sonidos eran maravillosos. Me sentía poderoso, como una batería
recargada. Pero, ¿sabés qué me tiraba abajo? El primer rostro humano que veía
en la vereda. Esa cara nomás me hacía perder la mitad de la carga. Esta cara
monstruosa, sin expresión, tonta, sin sentimientos, cargada de capitalismo.
Pero aún así valía la pena, me quedaba la mitad de la carga todavía. Por eso
el tiempo libre es importante. Y no digo tomarse tiempo para tener
pensamientos profundos. Hablo de no pensar en absoluto. Sin pensamientos de
progreso, sin pensamientos sobre uno mismo. Sólo ser un haragán. Es hermoso”.
La belleza: “No existe algo como la belleza, especialmente en un rostro
humano, eso que llamamos fisonomía. Todo es un imaginado y matemático
alineamiento de rasgos. Por ejemplo, si la nariz no sobresale mucho, si los
costados están bien, si las orejas no son demasiado grandes, si el cabello no
es demasiado largo. Es una mirada generalizadora. La gente piensa que ciertos
rostros son hermosos, pero, realmente, no lo son. La verdadera belleza, por
supuesto, viene de la personalidad. No tiene nada que ver con la forma de las
cejas. Me dicen de tantas mujeres que son hermosas... pero cuando las veo, es
como mirar un plato de sopa”.
La fealdad: “No existe. Hay algo llamado deformidad, pero la simple fealdad
no existe. He dicho”.
Érase una vez: “Era invierno, yo me estaba muriendo de hambre intentando ser
escritor en Nueva York. No había comido en tres o cuatro días. Así que
finalmente dije: ‘Me voy a comer una gran bolsa de pochoclo’. Cada grano era
como un churrasco. Tragaba y echaba pochoclo a mi estómago que
decía ‘¡Gracias, gracias!’. Estaba en el paraíso, caminando por ahí, hasta
que dos tipos pasaron a mi lado y uno le dijo al otro: ‘¡Jesús!’. El otro
dijo: ‘¿Qué pasa?’ ‘¿Viste a ese tipo comiendo pochoclo? Dios, era horrible.’
Así que no pude disfrutar el resto del pochoclo. Pensé qué quisieron decir
con eso de que ‘era horrible’. Yo estaba en el paraíso. Supongo que era un
poco cochino. Ellos siempre pueden distinguir a un tipo hecho mierda”.
La prensa: “Disfruto las cosas malas que se dicen sobre mí. Aumenta la venta
de libros y me hace sentir malvado. No me gusta sentirme bien porque soy
bueno. ¿Pero malo? Sí. Me da otra dimensión. Me gusta ser atacado. ‘¡Bukowski
es desagradable!’ Eso me hace reír, me gusta. ‘¡Es un escritor desastroso!’
Sonrío más. Me alimento de eso. Pero cuando un tipo me dice que dan un texto
mío como material de lectura en una universidad, me quedo boquiabierto. No
sé, me aterra ser demasiado aceptado. Siento que hice algo mal”.
El dedo: (Levanta el dedo meñique de su mano izquierda) “¿Viste alguna vez
este dedo? (El dedo parece paralizado en una forma de “L”). Me lo rompí una
noche, borracho. No sé por qué, pero nunca se acomodó. Pero funciona perfecto
para la letra ‘a’ de la máquina de escribir, y qué demonios, le agrega algo a
mi personaje”.
La valentía: “A la mayoría de la gente supuestamente valiente le falta
imaginación. Es como si no pudieran concebir lo que sucedería si algo saliera
mal. Los verdaderos valientes vencen a su imaginación y hacen lo que deben
hacer”.
El miedo: “No sé nada sobre eso”.
(Se ríe.)
La violencia: “Creo que, la mayoría de las veces, la violencia es
malinterpretada. Hace falta cierta violencia. En nosotros hay una energía que
necesita ser sacada. Creo que si esa energía es contenida, nos volvemos
locos. La paz última que todos deseamos no es un área deseable. De alguna
manera, no estamos destinados a eso. Por eso me gusta ver peleas de boxeo, y
por eso yo mismo las protagonizaba en mi juventud. A veces se llama violencia
a la expulsión de energía con honor. Hay locura interesante y locura
desagradable. Hay buenas y malas formas de violencia. Es un término vago.
Está bien si no se hace a expensas de otros”.
El dolor físico: “Con el tiempo uno se endurece, aguanta el dolor físico.
Cuando estaba en el Hospital General, un tipo entró y dijo: ‘Nunca vi a nadie
aguantar la aguja con tanta frialdad’. Eso no es valentía. Si uno aguanta
suficiente dolor, uno cede. Es un proceso, un ajuste. Pero no hay forma de
acostumbrarse al dolor mental. Me mantengo lejos de él”.
La psiquiatría: “¿Qué consiguen los pacientes psiquiátricos? Una cuenta. Creo
que el problema entre un psiquiatra y su paciente es que el psiquiatra actúa
de acuerdo al libro, mientras que el paciente llega por lo que la vida le ha
hecho. Y aunque el libro pueda tener cierta perspicacia, las páginas siempre
son las mismas y cada paciente es diferente. Hay muchos más problemas
individuales que páginas. Hay demasiada gente loca como para resolverlo
diciendo: ‘Tantos dólares por hora, cuando suena el timbre terminamos’. Eso
sólo puede llevar a una persona un poco loca a la locura total. Recién
empiezan a abrirse y a sentirse bien cuando el psiquiatra dice: ‘Enfermera,
arregle la próxima cita’. Todo es asquerosamente mundano. El tipo está ahí
para quedarse con tu culo, no para curarte. Quiere tu dinero. Cuando suena el
timbre, que entre el siguiente loco. Ahora, el loco sensible se va a dar
cuenta de que cuando el timbre suena, significa que lo cagaron. No hay
límites de tiempo para curar la locura, y no hay cuentas para eso, tampoco.
Muchos de los psiquiatras que yo he visto parecen estar al límite ellos
mismos, además. Pero están demasiado cómodos. Creo que el paciente quiere ver
un poco de locura, no demasiado. Ah, los psiquiatras son totalmente inútiles.
¿Siguiente pregunta?”.
La fe: “La fe está bien para los que la tienen. Mientras no me la tiren por
la cabeza. Tengo más fe en mi plomero que en el ser eterno. Los plomeros
hacen un buen trabajo. Dejan que la mierda fluya”.
El cinismo: “Siempre me acusaron de cínico. Creo que el cinismo es una uva
amarga. Es una debilidad. Es decir: ‘¡Todo está mal! ¿Entendés? ¡Esto no está
bien! ¡Aquello no está bien!’. El cinismo es la debilidad que evita que nos
ajustemos a lo que ocurre en el momento. El optimismo también es una
debilidad. ‘El sol brilla, los pájaros cantan, sonríe.’ Eso es mierda
también. La verdad está en algún lugar entre los dos. Lo que es, es. Si no
estás listo para soportarlo, joderse”.
La moralidad convencional:
“Puede que no exista el infierno, pero los que juzgan pueden crearlo. Pienso
que la gente está sobredomesticada. Uno tiene que averiguar lo que le pasa, y
cómo va a reaccionar. Voy a usar un término extraño aquí: el bien. No sé de
dónde viene, pero siento que hay un básico rasgo de bondad en cada uno de
nosotros. No creo en Dios, pero creo en esta ‘bondad’, como un tubo dentro de
nuestros cuerpos. Puede ser alimentada. Siempre es mágica, por ejemplo cuando
en una autopista sobrecargada de tráfico un extraño hace lugar para que
alguien pueda cambiar de mano... es esperanzador”.
Sobre ser entrevistado: “Es como ser arrinconado. Es vergonzoso. Por eso, no
siempre digo toda la verdad. Me gusta jugar y burlarme un poco, así que doy
información falsa sólo por el gusto de entretener y mentir. Así que si
quieren saber algo sobre mí, no lean una entrevista. Ignoren ésta, también”.
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